Michael Tillman era una persona atípica. Brillante miembro del mundo académico y, a la vez, opuesto a todo convencionalismo que coartara su libertad, fue el hombre que hizo renacer en Jellie Braden sus ansias de amar y de disfrutar cada momento de su vida. Pero Jellie tampoco era una mujer corriente.

Algo en su actitud dejaba traslucir un enigma que había tendido una barrera entre ambos y que Michael se decidió a resolver sabiendo que de ello dependía lo que más le había importado en toda su vida: el amor de esa mujer. Aunque para conseguirlo tuviera que recorrer medio mundo.